¿Por qué solo plantamos nativos?

La restauración ecológica es con especies nativas

Ignacio Astengo

9/29/20234 min read

Una idealización errónea

Como comenté en el blog anterior, viví parte de mi infancia en el midwest de Estados Unidos, donde me enamoré de la naturaleza local, especialmente por los contrastes estacionales del follaje que tornaba café-rojizo en otoño y florecía en primavera. De vuelta en Chile, caí en la trampa de asociar esa estética natural de los bosques caducifolios norteamericanos al mayor estándar de paisaje posible. Pues claro, el paisajismo del barrio alto de Santiago intenta imitarlo y es un referente al estilo de vida americano idealizado. Entonces, apenas tuve la oportunidad, planté un arce rojo (acer rubrum o red maple), mi árbol norteamericano favorito en mi patio. Finalmente, logré tener mi propia bandera canadiense (emoji de marihuana) y la flora de mi casa contribuiría al otoño engañoso que emula Santiago oriente.

Aprender para valorar

Años más tarde, me encuentro promoviendo activamente el remplazo de árboles exóticos por los nativos en Chile. Pasé de maravillarme a encontrar caricaturesco como nuestra cultura aspiracional intenta recrear barrios de New England con liquidámbar y plátano oriental tiñendo de rojo y café a la ciudad en mayo, mientras el entorno natural de nuestros cerros mediterráneos entrega otra señal al enverdecerse con las primeras lluvias. Ni hablar de los Beverly Hills versión fruna que hemos recreado con las palmeras washingtonia. Este ha sido un proceso que creo haber compartido con muchos más chilenos que hemos aprendido a valorar nuestros ecosistemas nativos y nuestro paisaje autóctono. Creemos en la potencial riqueza y autenticidad que puede portar a nivel de paisaje.

Más allá de la estética

El aromo australiano, mal llamado “aromo chileno”, es un árbol exótico que fue introducido a este territorio con fines ornamentales, debido a su llamativa flor amarilla y su facilidad de crecimiento. Esta facilidad la ha llevado a colonizar e invadir fondos de quebrada a lo largo de toda la zona centro-sur de chile, mismo nicho donde habitan poblaciones relictas de especies más australes y exigentes como canelos y arrayanes. Este es tan solo un ejemplo que ilustra su potencial destructivo y el hecho de que las especies invasoras son responsables del 60% de la extinción mundial de las especies en el mundo. El problema es esencialmente ecológico y no solo estético.

Porque si, ES necesario discriminar.

Discriminar significa: “seleccionar excluyendo”. Es lo que ha hecho la naturaleza durante millones de años a medida que se han ido formando barreras naturales entre ecosistemas. Chile está aislado del resto del mundo por el océano más extenso, el desierto más árido y una de las cordilleras más altas y gélidas del planeta. Esto explica una biodiversidad única e irremplazable a lo largo de esta franja de tierra que ha llevado millones de años co-evolucionando. Si bien, se incorporan nuevas especies gracias a las aves migratorias, son procesos que ocurren a escalas temporales sobrehumanas. Introducir especies exóticas de forma masiva en tan poco tiempo a ecosistemas separados por miles de kilómetros de océano implica un desastre ecológico inminente.

Oportunidades y amenazas

El dato duro es que al año 2018, el 86% de los árboles urbanos de Santiago eran exóticos y es notable el cambio positivo que ha ocurrido ultimamente. Este año, el Gobierno Regional se comprometió con un programa de arborización de 30.000 nuevos árboles nativos hacia el 2025, con enfoque en comunas con déficit de áreas verdes. Pareciera que, dado el mayor conocimiento, consciencia respecto a la sequía y nuestro impacto en el medioambiente, ya estaría incorporándose en el inconsciente colectivo la importancia de la flora nativa y no pensé que estaría escribiendo un blog a estas alturas. Sin embargo, veo con amenazante preocupación como ciertos personajes ligados a la permacultura, con mucha audiencia en redes sociales, intentan activamente descreditar la importancia de la flora nativa para justificar sus principios.

Fomentemos el aprendizaje

Quienes fomentan la idea de “no juzgar especies” tienden también a romantizar la ruralidad ancestral y rechazar la cultura occidental, especialmente en cuanto a la academia y las ciencias. Debemos recordar que la historia humana está manchada por plagas, migraciones masivas y desastres ecológicos. Tanto para la plaga de Justiniano, el colapso de la edad del bronce y hasta en la extinción de la megafauna del holoceno, no podemos descartar la negligencia humana con el medioambiente como un componente causal significativo. La sociedad moderna es lejos de ser perfecta y estamos viviendo las mayores catástrofes ambientales, pero como nunca, tenemos a nuestra disposición nuevos conocimientos y herramientas, por lo que invito a que aprovechemos estas oportunidades para adquirir nuevos conocimientos y analizar críticamente distintas posturas. Estoy convencido que un mayor aprendizaje es esencial para una sociedad más consciente.

No es todo blanco y negro

No podemos negar, que hoy en día, gran parte de nuestra comida y recursos dependen de la producción de especies exóticas. Por ejemplo, las plantaciones de pino radiata y eucaliptus ocupan alrededor de 2,1 millones de hectáreas en Chile. Las especies exóticas son un recurso importante y pareciera imposible transitar a una economía dependiente de nativos. No obstante, como cualquier actividad económica, debemos ir en dirección a manejos más sostenibles y con los cuidados necesarios para no afectar negativamente el entorno. Por lo tanto, cualquier manejo que tienda a esa dirección es valorable. Las plantas exóticas también tienen un potencial medioambiental ya que podemos usarlas para llevar a cabo fitorremediación de contaminantes o la recuperación de espacios extremos como son los relaves mineros, donde cumplen una función esencialmente mitigadora.

La restauración ecológica es con especies nativas.

Debemos ser claros en el lenguaje y distinguir la restauración de otros manejos medioambientales como son la mitigación, remediación, recuperación o rehabilitación. Restauremos se dedica a la restauración ecológica, definida por SER como “el proceso de ayudar el restablecimiento de un ecosistema que se ha degradado, dañado o destruido”. Para lograr este objetivo, es esencial que el manejo tienda a restablecer la comunidad vegetal original de un ecosistema de referencia, que en esencia está compuesto por especies nativas. Estas se han adaptado a las condiciones del lugar y logran naturalmente el equilibrio que posibilita la sucesión de una mayor biodiversidad de especies. Por lo tanto, no hay espacio en la restauración para el eucaliptus u otras especies exóticas que se promueven como productores de biomasa, que además lo hacen a costa de mucha agua y nutrientes. Entonces no confundamos, un manejo responsable de especies exóticas productivas NO es una restauración ecológica.